Albert Ellis, psicólogo fundador de la Terapia Racional Emotiva Conductual, basó su terapia en el convencimiento de que son nuestras exigencias (a uno mismo, a las demás personas, a la vida en general) la causa y el origen de la mayor parte de las disfunciones mentales y, en consecuencia, también físicas.
Así, exigencias del tipo "tengo/debo que (exigencias a uno mismo), "es horrible" (catastrofismo), "siempre ocurre lo mismo" (generalización) o "me pone de los nervios, no lo soporto" (no soportantitis), nos
sitúan en desventaja ante la realidad y son perfectas aliadas para nuestro malestar mental, emocional y/o físico.
Es perfectamente natural que los seres humanos tengamos preferencias y deseos en nuestra vida, pero el peligro está en que confundamos estas preferencias con necesidades, porque cuando eso ocurre estas necesidades pueden producirnos alteraciones emocionales, en forma de rabia, hostilidad, culpa, ansiedad, tristeza; o bien disfunciones del sueño, dolores de cabeza, gastritis, úlceras o infartos incluso, recordemos que el corazón es un perfecto archivo de las emociones).
Necesitar, por ejemplo, ser absolutamente eficaces las 24 horas del día, o que todo el mundo nos quiera; necesitar que los demás sean amables, o que la vida sea fácil y que todo salga de acuerdo con nuestros deseos son creencias irracionales y destructivas, que nos causan mucho sufrimiento.
En terapia, vamos a aprender a transformar estas creencias irracionales en creencias y actitudes más racionales y pragmáticas, más beneficiosas para nuestra vida y nuestra salud. Para ello, será fundamental interiorizar el concepto de Aceptación Incondicional hacia la propia persona, hacia los demás y hacia la vida tal como es, ello nos permitirá aprender a discriminar entre lo que depende de nosotros y lo que no. Porque, como dijo Epícteto, "no nos alteran los hechos, sino la interpretación que hacemos sobre los mismos".